CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACION LABORAL
SECCION SEGUNDA
Radicación No. 5481
Acta No. 7
Magistrado Ponente: HUGO SUESCUN
PUJOLS.
Santa Fe de Bogotá, D.C., doce de
febrero
de
mil novecientos noventa y tres (1.993).
Se
resuelve el recurso de casación interpuesto por la COMPAÑIA COLOMBIANA DE
TABACO S.A. "COLTABACO", contra la sentencia proferida el 10 de
junio de 1.992 por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín,
en el proceso que le sigue MARIA FRADY SARMIENTO.
I.- ANTECEDENTES
Ante
el Juzgado Séptimo Laboral del Circuito de Medellín la recurrente fue llamada a
juicio por la actora para que se la condenara a reajustarle la pensión de jubilación,
el auxilio de cesantía y sus intereses, las vacaciones y las primas de servicios
y asistencia "con base en la incidencia salarial de las primas
extralegales de vacaciones y antiguedad" (folio 3), condenas que solicitó
fueran indexadas "conforme a las certificaciones de la Superintendencia
Bancaria y el Dane" (folio 4).
En
la demanda mediante la cual promovió el litigio, María Frady Sarmiento
afirmó estar disfrutando desde el 24 de diciembre de 1990 de una pensión de
jubilación cuyo monto era de $112.350.oo, y que si bien Coltabaco el 1o. de
enero de cada año le ha hecho los reajustes pensionales equivalentes al
porcentaje del incremento del salario mínimo legal, no ha tomado en cuenta la
incidencia salarial de las primas de antiguedad y vacaciones, no obstante
que estas prestaciones convencionales constituyen salario, y que tampoco
tuvo en consideración dichos factores para efectos de liquidar la cesantía y
sus intereses, las vacaciones y las primas cuyo reajuste también reclama. Según
la demandante, se vinculó el 21 de abril de 1958 al servicio de la compañía,
su último salario básico fue de $96.630.oo más una prima móvil mensual y otra
de producción, reconocidas ambas como constitutivas de salario, y estuvo
afiliada a "Sintracoltabaco", pero que así no hubiera tenido ese
caracter de afiliada sindical de todos modos se habría beneficiado de lo
pactado en las convenciones colectivas por virtud de lo estipulado acerca del
campo de aplicación de las mismas en la cláusula primera de la
"codificación de convenciones colectivas suscritas hasta 1990"
(folio 2).
La
respuesta de Coltabaco a la demanda no aceptó ninguno de los hechos allí
afirmados. Sostuvo que las primas extralegales de vacaciones y antiguedad nunca
han sido tratadas como salario en la empresa, ni por ella ni por los propios
trabajadores, aunque dijo que éstos siempre han incluído esta petición en los
pliegos presentados para provocar la negociacián colectiva. Como razón de
defensa la demandada se detuvo en el análisis de las modificaciones que, en
su opinión, introdujo la Ley 50 de 1.990 al tratamiento que hasta la fecha de
su expedición traía el Código Sustantivo del Trabajo sobre el tema del salario,
y anotó que tal ley, acogiendo un viejo criterio de la Corte Suprema de
Justicia, precisó que solamente constituía salario "lo que compensara de
manera directa el servicio prestado" (folio 53). Textualmente afirma la
contestación de la demanda:
"El
legislador del año 90 no hizo otra cosa que reafirmar, de la anterior manera,
la interpretación que la H. Corte Suprema de Justicia venía haciendo del
concepto salario, así como el espíritu de los redactores del Código Sustantivo
de Trabajo y los tratadistas en estos temas sostenían, en el sentido de que las
primas extralegales consagradas en las Convenciones Colectivas, pactos
colectivos o voluntariamente concedidas a los trabajadores, no constituían
salario" (folio 54).
De
acuerdo con la posición defensiva de la demandada y el pormenorizado análisis
que hace de los artículos 14 y 15 de la Ley 50 1990, esta última norma claramente
define como no constitutivas de salario "cuatro tipos de situación":
la primera, "las sumas que recibe el trabajador ocasionalmente o por
mera liberalidad del patrono, como primas, bonificaciones, etc."; la
segunda, "lo que recibe el trabajador en dinero o en especie no para su
beneficio, ni para enriquecer su patrimonio, sino para desempeñar a cabalidad
sus funciones, como gastos de representación, medios de transporte, elementos
de trabajo y otros semejantes"; la tercera, "la sumas que recibe el
trabajador por concepto de pago de prestaciones sociales de que tratan los
títulos VIII y IX del C.S.T.", y la cuarta, "los beneficios otorgados
por el empleador, o acordados en convenciones colectivas o contractualmente
cuando expresamente se hubiere pactado que no constituyen salario, tales como
beneficios de alimentación, habitación o vestuario, primas de vacaciones,
etc." (folio 56).
Como
excepciones propuso las de prescripción, cosa juzgada o pleito pendiente, pago,
compensación, inepta demanda y carencia de acción.
Por
sentencia de 24 de marzo de 1992, el juzgado condenó a la demandada a pagar
$1'137.166.70 como reajuste de cesantía, $136.460.26 por reajuste de los intereses,
$36.436.11 por reajuste de la prima de servicios, $16.266.74 por reajuste de la
prima de asistencia y $624.894.77 por concepto de indexación. Sin concretar la cantidad, condenó a pagar el
reajuste de la pensión de jubilación de la actora desde que se causó, teniendo
en cuenta las primas de vacaciones y antiguedad, y absolvió a la demandada
de las demás pretensiones. Declaró
probada parcialmente la excepción de prescripción y no probadas las restantes e
impuso las costas a la demandada. Al conocer de la apelación de ambas partes,
el Tribunal confirmó la decisión de su inferior con la modificación de que el
reajuste de la pensión de jubilación de María Frady Sarmiento debía ser de
$36.124.97 mensuales desde el 25 de
diciembre de 1.990 en adelante, para un total de $645.270.28 hasta el 31 de
mayo de 1.992, pero "sin perjuicio de los aumentos legales a que hubiera
lugar" (folio 123). No impuso costas por la alzada el Tribunal y confirmó
las de primera instancia.
II.- EL RECURSO DE CASACION.
Inconforme
con lo resuelto, Coltabaco trae el asunto en casación y por esto la Corte,
tramitado como se encuentra el recurso, procede a decidirlo previo el estudio
del único cargo que se le hace a la sentencia en la demanda que lo sustenta
(folios 5 a 12) y de su réplica (folios 19 a 21).
Según
lo declara al fijarle el alcance a su impugnación, la recurrente pretende que
se case el fallo en cuanto confirma las condenas de primer grado referentes
"a reajustes de cesantía y sus intereses, de prima de servicios, de prima
de asistencia y de pensión de jubilación, lo mismo que la indexación y la
imposición de costas" (folio 7) y que luego, en instancia, revoque la
sentencia del juzgado y la absuelva de todos estos conceptos. Lo acusa de
interpretar erróneamente el artículo 127 del Código Sustantivo del Trabajo e
infringir directamente los artículos 128 y 186 ibidem y el artículo 8o. del
Decreto Legislativo 617 de 1.954, lo que dice condujo a la aplicación indebida
de los artículos 249 y 253 del mismo Código y 17 del Decreto 2351 de 1.965,
como también a la aplicación indebida de los artículos 260 y 306 del CST y 1o.
de la Ley 52 de 1.975 y de los artículos 1o., 2o., 4o. y 5o. de su reglamentario
el Decreto 116 de 1.976 y de los artículos 1608, 1613, 1614, 1615, 1616, 1617,
1625, 1626 y 1627 del Código Civil, y a la infracción directa de los
artículos 65 del CST, 8o. de la Ley 10 de 1.972 y del "ordinal 3o. de la
Ley 52 de 1.975" (folio 8).
El
quebranto normativo por el cual censura el fallo gira alrededor de la errónea
interpretación del artículo 127 del CST, violación de la que parte la
recurrente en la demostración del cargo, expresando que el verdadero entendimiento
y alcance de esta disposición no son los que le dió el fallador al afirmar que
la prima de vacaciones y la prima de antiguedad constituyen salario, pues,
según lo explica, "las primas" a las que se refiere el artículo 127
como salario son aquellas cuya finalidad es la de retribuir el servicio y no,
como ocurre con la prima de vacaciones, las que tienen "un propósito
diferente como es el de proteger el bienestar físico del trabajador proporcionándole
un descanso sin apremios económicos" (folio 9).
Reconoce
la impugnante que el artículo 127 del CST al indicar los elementos integrantes del
salario incluye, entre otros conceptos, "las primas", pero arguye que
esta sola referencia no supone "un argumento definitivo para concluir
que la suma adicional al salario ordinario que el trabajador recibe durante
el período de vacaciones, constituye salario por la simple razón de
denominarla 'prima de vacaciones'. La naturaleza de ese pago --dice-- no se
desprende del nombre que se le dé, sino de sus fines y éstos, tratándose de
la prima mencionada, no son los de retribuir un servicio que no se presta
lógicamente durante el descanso, sino que éste llene ampliamente su propósito"
(idem).
Manifiesta
que si bien las vacaciones, como la cesantía, la prima de servicios y la
pensión de jubilación son derechos derivados de la ejecución del contrato de
trabajo y por lo mismo necesariamente tienen como condición el servicio
prestado, ello no es razón suficiente para entender que la circunstancia de que
la ley requiera haber trabajado un determinado tiempo para que se cause el
derecho a las vacaciones, signifique que se trata de una retribución a tales
servicios.
También
sostiene que si bien no existe norma que expresamente excluya a las vacaciones
del concepto de salario como sí lo hace la ley respecto de la prima de servicios,
doctrinaria y jurisprudencialmente se ha entendido que no tiene tal carácter
por tratarse de un derecho que pertenece al Título VII del Código Sustantivo
del Trabajo que regula los descansos obligatorios, por lo que asevera que si
las vacaciones no son salario de allí "se deduce que carece también de
tal calidad la prima de vacaciones como elemento adicional que es de ese
descanso, el cual puede catalogarse jurídicamente como una prestación
social" (folio 10).
De
la prima de antiguedad afirma que está concebida "como un premio a que
se hace acreedor el empleado por conservar su vinculación a la empresa durante
el lapso de 5 años y no como contraprestación por el servicio prestado en ese
tiempo, o sea, que el nacimiento de ese derecho está condicionado a la
ocurrencia de tal evento que como es natural puede o no llegar a presentarse"
(idem), y que por lo mismo "no se trata de una cantidad complementaria
basada en el resultado del trabajo, en la calidad del mismo, en el cuidado de
los instrumentos de labor, en el ahorro de materiales y materias primas
empleados o en la puntualidad, que son las circunstancias que comunmente se
toman en cuenta para establecer las primas como complemento del salario, sino
que se aprecia el tiempo de vinculación por períodos de cinco en cinco años
independientemente de la remuneración que corresponda al trabajador por su
trabajo" (folios 10 y 11).
Refiriéndose
a la indexación destaca cómo no existe en nuestro ordenamiento jurídico texto
legal positivo que la consagre, y en su apoyo invoca lo dicho por la Corte en
la sentencia del 11 de abril de 1.987, en la que se sostuvo que no existía
norma que consagrara la corrección monetaria como forma de resarcir los
perjuicios al acreedor y sí, en cambio, la hay que dispone que "la moneda
colombiana es el peso y que tiene pleno poder liberatorio para solucionar
obligaciones contraídas o exigibles en dinero" (folio 11). Cita igualmente
el fallo de 29 de junio de 1.984 en el que se dijo que no procedía la indexación
"sobre conceptos que ya reciben el beneficio del reajuste automático y
regular en relación con el costo de la vida" (idem), y con tal fundamento
afirma que el Tribunal, además de apartarse de estos pronunciamientos de la
Corte, ignoró la existencia de normas en la legislación laboral que resarcen
los perjuicios que pueda ocasionar el retardo patronal en satisfacer sus obligaciones
con el trabajador, cuales son los artículos 65 del CST, 8o. de la Ley 10 de
1.972 y 3o. de la Ley 52 de 1.975.
La
réplica reprocha al cargo falta técnica al involucrar dos conceptos diferentes
de violación de la ley, como son la interpretación errónea y la infracción
directa. Igualmente afirma que el artículo 128 del CST que se dice inaplicado,
fue expresamente aplicado por el Tribunal. Además, anota que no se invoca el
artículo 19 del CST, no obstante que se predica la violación de preceptos del
Código Civil tomados en consideración por el sentenciador "para confirmar
la condena por concepto de indexación y, que por no hacer parte del C.S. del
T., sólo resultan enlazadas con éste a través de su artículo 19, el cual se
omitió incluir en la proposición jurídica y que debería haberse indicado por
ser el conducto que legalmente une los principios generales del trabajo con las
normas de aplicación supletoria" (folio 20); observa que la condena por
concepto de indexación "tiene como fundamento legal la jurisprudencia
uniforme de las dos Secciones de la Sala de Casación Laboral de la Honorable
Corte Suprema de Justicia de fechas 31 de mayo de 1.988, rad. 2031; 2 de abril
de 1.991, rad. 3773; y 8 de abril de 1.991, rad. 4087" (folio 21). Según
la opositora, los defectos técnicos imponen la desestimación del ataque.
De
todos modos se refiere al fondo de la acusación y sostiene que el soporte de la
decisión es doble, en cuanto hace al carácter salarial de la prima de antiguedad,
ya que además del apoyo jurídico que le dió el fallador relativo a la
interpretación del artículo 127 del CST, también le dió un sustento fáctico,
pues expresamente asentó que dicha prima constituía salario "porque ella
se retribuye por el tiempo de permanencia del trabajador al servicio de la
empresa y por estar ligada al tiempo de servicios, lo que incide de manera
directa en la liquidación de prestaciones sociales de la demandante, dentro de
las cuales se incluyen los intereses a al cesantía" (folio 20), según el
aparte de la sentencia que la replicante transcribe en su oposición. Concluye
por esto afirmando que este soporte fáctico del fallo, no combatido, obliga a
mantenerlo.
Como
refuerzo de su argumento en defensa de la sentencia, anota la opositora que de
cualquier manera la interpretación del Tribunal concuerda con la
jurisprudencia que sobre este punto de derecho tiene sentada la Corte, por lo
que de ningún modo debe prosperar el cargo.
SE CONSIDERA.
1o.- Para la Sala el cargo no presenta fallas
técnicas que lo hagan desestimable, por cuanto no constituye defecto alguno la
acusación simultánea de infracción de distintas normas por diferentes
conceptos de violación de la ley. ya que bien puede ocurrir que la interpretación
errónea de un precepto desvíe al juzgador de su recto camino y lo lleve a
aplicar disposiciones impertinentes o a inaplicar las que sí convienen a la
correcta solución del litigio. Lo que constituye defecto insubsanable, por ser
algo contrario a la lógica, es predicar en un mismo cargo y respecto de una
misma norma dos diferentes conceptos de violación.
Tampoco
puede afirmarse necesariamente la aplicación
de un texto legal por el simple hecho de que se le cite en el fallo puesto que,
en rigor, solamente se aplica una norma cuando se le hace producir efectos en
el caso que se juzga. Si el Tribunal concluyó entonces que las primas de
vacaciones y de antiguedad convencionalmente establecidas constituían en el
sub-lite factores integrantes del salario, se impone considerar que el precepto
aplicado fue el artículo 127 del CST, que señala cuáles de los pagos que
recibe el trabajador constituyen salario, y no el 128 ibidem, que indica
los pagos que no tienen carácter salarial.
En
cuanto al defecto de no haber incluido el artículo 19 del CST en la proposición
jurídica, a pesar de señalarse como infringidas algunas normas del Código
Civil, estima la Sección que lo preceptuado por el Decreto 2651 de 1.991 obliga
ahora a atemperar el rigor técnico que en el pasado se consideró válidamente
exigible. Si las disposiciones que invoca la recurrente "sirvieron
precisamente al honorable Tribunal como soporte jurídico de su fallo para
confirmar la condena por concepto de indexación" (folio 20), al decir de
la propia opositora, debe considerarse satisfecha en este caso y para el efecto
específico, la exigencia de integración de la proposición jurídica.
2o.-
No viéndose comprometido el cargo por
los defectos formales que le atribuye la réplica, debe la Corte pronunciarse
sobre el fondo de la acusación, a lo que en efecto procede.
Como
bien lo anotó el Tribunal de Medellín, lo fundamental de la controversia que
enfrenta a las partes es determinar si, como afirma la demandante y lo
acogieron los falladores de ambas instancias, las primas de vacaciones y de
antiguedad estipuladas en la convención colectiva de trabajo vigente en
Coltabaco constituyen remuneración salarial, o si, como lo sostuvo la demandada
desde la contestación de la demanda y lo plantea aquí en el recurso
extraordinario, tales pagos no tienen ese carácter, por no retribuir el
servicio prestado, sino obedecer a "un propósito diferente como es el de
proteger el bienestar físico del trabajador proporcionándole un descanso sin
apremios económicos" (folio 9), tratándose de la prima de vacaciones, y
haber sido concebida la de antiguedad "como un premio a que se hace
acreedor el empleado por conservar su vinculación a la empresa durante el lapso
de 5 años" (folio 10).
Determinar
cuáles de los pagos que el trabajador recibe del empleador constituyen
salario y cuáles no, es tema de innegable relevancia para las relaciones
obrero-patronales, tanto individuales como colectivas, por lo cual se hace
necesario distinguir el "salario" propiamente dicho de otras
remuneraciones y beneficios que también recibe el trabajador por razón de su
trabajo o con ocasión del mismo, cuales son las "prestaciones
sociales", las "indemnizaciones" y los "descansos",
según clasificación empleada hace ya tiempo por nuestra legislación positiva y
de usanza predominante en el lenguaje ordinario de la vida laboral.
Lo
primero que debe asentarse es el hecho indiscutible de que todas estas
expresiones "salario", "prestaciones sociales",
"indemnizaciones" y "descansos" corresponden a pagos,
reconocimientos o beneficios que el trabajador recibe a lo largo de su vida
como tal, o inclusive cuando deja de serlo por alcanzar la jubilación o verse
temporal o definitivamente imposibilitado para trabajar. No aciertan por
consiguiente quienes afirman que sólo algunos de los enunciados beneficios
son recibidos por el trabajador por el hecho de su vinculación laboral, pues la
verdad es que todos encuentran su causa
última en la prestación subordinada de servicios personales a otro. Siempre será entonces la relación laboral
preexistente la razón de ser de todos esos beneficios y la que, directa o
indirectamente, fundamente o justifique su reclamación o reconocimiento.
Siendo
cierto en consecuencia, como lo es, que los beneficios que el trabajador
obtiene del empleador se originan todos en el servicio que le presta, la
distinción de la naturaleza jurídica entre unos y otros no debe buscarse en su
causa sino mas bien en su finalidad, la cual sí permite delimitar claramente
los diferentes conceptos.
a).- El pago del salario, desde el punto de vista
jurídico, es la principal obligación de quien se beneficia del trabajo
subordinado ajeno, como que constituye ordinariamente la contraprestación
primordial y más importante de la actividad desplegada por el trabajador. El
salario aparece así como la remuneración más inmediata o directa que el
trabajador recibe por la transmisión que hace de su fuerza de trabajo para
ponerla a disposición del empleador, por lo cual se considera uno de los
elementos esenciales de toda relación de trabajo, sin que importe la forma
jurídica --contrato de trabajo o relación legal y reglamentaria-- que regule
la prestación personal subordinada de servicios.
b).- La prestación social, al igual que el
salario, nace indudablemente de los servicios subordinados que se proporcionan
al empleador, pero a diferencia de aquél --y en ésto quizá estriba la
distinción esencial entre ambos conceptos-- no retribuye propiamente la
actividad desplegada por el trabajador sino que más bien cubre los riesgos o
infortunios a que se puede ver enfrentado: la desocupación, la perdida
ocasional o permanente, parcial o total, de su capacidad laboral por
enfermedad, accidente, vejez, etc. y la muerte, con la natural secuela de
desamparo para el propio trabajador y para aquellos que dependen de su
capacidad productiva.
Que
el propósito primordial del legislador al estatuír las denominadas
"prestaciones sociales", fue el de amparar el trabajo humano frente
a los riesgos que le son inherentes y no otro, resulta del hecho, relativamente
inadvertido, de que la Ley 90 de 1.946 y luego los decretos legislativos
que constituyen la base de nuestro Código Sustantivo del Trabajo, hayan
establecido la temporalidad de las prestaciones sociales a cargo directo del
empleador, con miras a que fueran asumiéndose por entidades de seguridad o
previsión social (arts. 193 y 259 CST).
Como
se ve, lo que el legislador tuvo en cuenta al establecer las denominadas
"prestaciones sociales", fue la necesidad de cubrir los riesgos de
desocupación, de salud y de vida que eventualmente conllevan la perdida del
empleo o del vigor o la integridad física y, en general, de todas aquellas
contingencias en que el trabajador pierde su fuerza de trabajo, o se ve
impedido temporalmente para ejercitarla, o resulta disminuida su capacidad
laboral de modo tal que no le es posible procurarse el salario necesario
para su subsistencia personal y familiar.
El
criterio según el cual las "prestaciones sociales" son aquellas que
cubren riesgos inherentes al trabajo, permite deslindar nitidamente lo que el
trabajador recibe por dicho concepto --directamente del empleador o por
intermedio de las entidades de seguridad o previsión social-- de lo que se le
paga o reconoce por el empleador como contraprestación a los servicios que el
trabajador realiza, o sea, a la actividad que éste despliega en cumplimiento, a
su vez, de su principal obligación emanada de la relación de trabajo.
Entendiéndose
las "prestaciones sociales" como el mecanismo de seguridad social
ideado por el legislador nacional para cubrir los riesgos que afectan el
desempleo, la salud y la vida del trabajador, resulta apenas lógico que cualquier
otro régimen, legal o convencional, orientado a amparar estas contingencias
constituirá igualmente una prestación social, en la misma forma que lo son las
sumas de dinero o los beneficios que se reconocen por razón del accidente de
trabajo, la enfermedad profesional o común, la maternidad, los gastos de
entierro, el auxilio de cesantía, las pensiones de jubilación o vejez, las
pensiones de viudez, orfandad e invalidez, garantías todas que no obstante su
distinta finalidad específica se agrupan dentro del género de las
"prestaciones sociales" porque están dirigidas a cubrir riesgos
laborales.
La
circunstancia innegable de que nuestro estatuto laboral también comprenda
dentro del título que regula las prestaciones sociales los beneficios correspondientes
a la prima de servicios y la dotación de calzado y vestido de labor --de los
cuales podría decirse que no cubren riesgos-- no alcanza a invalidar la
argumentación que se viene exponiendo. En efecto, la referida prima de
servicios, bajo la reglamentación anterior a la Ley 50 de 1.990, sustituyó la
participación de utilidades y la prima de beneficios que establecía la
legislación anterior (art. 306-2 CST), que evidentemente tenían carácter
salarial (art. 127 ibidem), razón por la cual tuvo que disponerse, para guardar
armonía con el artículo 128 que no era salario y que no se computaría como
salario en ningún caso (art. 307) y en cuanto al suministro del calzado y
vestido de labor es bien sabido que no corresponde propiamente a una
retribución del servicio sino a la dotación de elementos de trabajo para un
mejor desempeño de la función, que tuvo su origen en un claro propósito de
seguridad industrial.
c).- Las indemnizaciones, que por definición
corresponden a reparaciones de daños, en su doble modalidad de compensatorias
y moratorias, resarcen los perjuicios que el trabajador llegue a sufrir como
consecuencia del incumplimiento de las obligaciones legales o convencionales
del empleador, o por el desconocimiento de los precisos deberes legales que
la ley le impone al empleador en determinadas circunstancias.
d).- Los "descansos obligatorios"
regulados por el Código Sustantivo del Trabajo comprenden el "descanso
dominical remunerado", el "descanso remunerado en otros días de
fiesta" y las "vacaciones anuales remuneradas". Si bien, conforme lo afirma la recurrente, el
extinguido Tribunal Supremo del Trabajo sostuvo que los descansos remunerados
comprendidos dentro del Título VIII del Código podían clasificarse como una
sui generis prestación social, en la medida en que, en principio, no es posible
considerarlos como "salarios"
ni tampoco como "indemnizaciones", lo cierto es que este descanso, de
innegable sentido protector de la salud y binestar físico del trabajador, no
cubre un riesgo inherente a la actividad laboral, como si lo hacen las
verdaderas "prestaciones sociales". De este modo mientras los
eventos que amparan las denominadas prestaciones sociales son contingentes,
las vacaciones y los demás descansos legalmente obligatorios deben siempre
disfrutarse, salvo los casos de excepción que puntualiza la ley.
Si
bien es verdad que existen normas que autorizan la acumulación del descanso de
las vacaciones o su disfrute parcial e inclusive, en casos extremos, su compensación
en dinero --caso en el cual pareciera estarse más bien frente a una
indemnización--, estas situaciones excepcionales no desdibujan la finalidad
primordial que persiguen los descansos remunerados: que mediante la
inactividad laboral el trabajador recupere su fuerza de trabajo paulatinamente
desgastada a medida que va acumulándose la fatiga propia de la labor cumplida.
La
circunstancia de que los descansos remunerados, y en especial las vacaciones,
no cubran riesgos laborales propiamente dichos, obliga a concluir que no
estuvo desencaminado el legislador cuando, al expedir el Código Sustantivo del
Trabajo, no los incluyó dentro del régimen de las prestaciones sociales sino
que formó con ellos un grupo aparte: el de los "descansos
obligatorios". Y el hecho de que posteriormente se hayan expedido normas
como los Decretos 3135 de 1.968 y 1045 de 1.978 que, al regular materias laborales
de los empleados oficiales, refundan las vacaciones de esos trabajadores
como una prestación social, no invalida la afirmación de que las auténticas
"prestaciones sociales" son aquellas por medio de las cuales se
cubren riesgos inherentes al trabajo humano subordinado.
Por
otra parte, adicionalmente a la remuneración del trabajo, las prestaciones
sociales, las indemnizaciones y los descansos, el trabajador también puede
recibir del empleador --y lo hace frecuentemente-- algunos pagos no constitutivos
de salario puesto que no tienen como objeto retribuir el servicio sino que
están destinados a facilitarle el desempeño cabal de sus funciones o son una
simple liberalidad ocasional del empleador (art. 128 C.S.T.).
3.- La clasificación de los beneficios laborales
que se ha dejado expuesta, de conformidad con nuestras normas positivas
reguladoras de las relaciones entre trabajadores y empleadores del sector
privado, permite resolver fácilmente el asunto bajo examen, pues aplicando los
anteriores conceptos al caso litigado se impone concluir que no interpretó
erróneamente el Tribunal el artículo 127 del Código Sustantivo del Trabajo ni
tampoco dejó de aplicar el 128 del mismo ordenamiento. Estas normas, en lo esencial, siguen diciendo
lo mismo bajo la nueva redacción de los artículos 14 y 15 de la Ley 50 de
1.990, puesto que dichos preceptos no disponen, como pareciera darlo a entender
una lectura superficial de sus textos, que un pago que realmente remunera el
servicio, y por tanto constituye salario, ya no lo sea en virtud de disposición
unilateral del empleador o por convenio individual o colectivo con sus
trabajadores. En efecto, ni siquiera al legislador le está permitido contrariar
la naturaleza de las cosas, y por lo mismo no podría disponer que un pago que
retribuye la actividad del trabajador ya no sea salario. Lo que verdaderamente quiere decir la última
parte del artículo 15 de la Ley 50 de 1.990, aunque debe reconocerse que su
redacción no es la más afortunada, es que a partir de su vigencia pagos que
son "salario" pueden no obstante excluirse de la base de cómputo para
la liquidación de otros beneficios laborales (prestaciones sociales,
indemnizaciones etc.).
Este
entendimiento de la norma es el único que racionalmente cabe hacer, ya que aun
cuando habitualmente se ha tomado el salario como la medida para calcular las
prestaciones sociales y las indemnizaciones que legalmente se establecen
en favor del trabajador, no existe ningún motivo fundado en los preceptos constitucionales
que rigen la materia o en la recta razón, que impida al legislador disponer que
una determinada prestación social o indemnización se liquide sin
consideración al monto total del salario del trabajador, esto es, que se
excluyan determinados factores no obstante su naturaleza salarial, y sin que
pierdan por ello tal carácter. El
legislador puede entonces también --y es estrictamente lo que ha hecho-- autorizar a las partes celebrantes de un contrato
individual de trabajo, o de una convención colectiva de trabajo o de un pacto
colectivo, para disponer expresamente que determinado beneficio o auxilio
extralegal, a pesar de su carácter retributivo del trabajo, no tenga incidencia
en la liquidación y pago de otras prestaciones o indemnizaciones. Lo que no
puede lógicamente hacerse, ni por el legislador ni por quienes celebran un
convenio individual o colectivo de trabajo, es disponer que aquello que por
esencia es salario, deje de serlo.
De
la misma forma como el legislador ha dispuesto que beneficios de naturaleza
salarial no se consideren como tales para ningún efecto, como según se ha visto
ocurrió con la prima de servicios, o no se computen en su totalidad, como es el
caso de la remuneración de las vacaciones (Decreto 617 de 1.954, art. 8o.),
también ha preceptuado que otras prerrogativas que tienen los trabajadores,
que por definición legal y por lógica no constituyen salario, como es el caso
del subsidio de tranpsorte, se tengan sin embargo como factor de cómputo para
efectos de liquidación de prestaciones sociales (ley 1a. de 1.963, art. 7o.).
Las
anteriores observaciones se hacen sin olvidar que, de cualquier manera, la Ley
50 de 1.990 no rige el caso por ser posterior a los hechos materia del litigio,
conforme lo asentó el Tribunal en la sentencia.
Por
otro lado, debe anotarse que si tanto el artículo 127 del CST como el 128
(inclusive después de las modificaciones introducidas por la Ley 50) se
refieren a "las primas" para en el primer precepto decir que hacen
parte de los pagos que constituyen salario y en el segundo para negarles tal
carácter, es obvio entonces que la determinación en cada caso concreto de
cuáles primas son o no salario, solamente puede hacerse previo examen de los
hechos que motivan el litigio, por lo que siempre será necesario enfrentar el
problema principalmente desde el punto de vista fáctico y remitirse a lo que
establezcan las pruebas del proceso pues si se enfocara exclusivamente desde el
ángulo jurídico o de puro derecho aparecerían contradictorias las disposiciones
legales.
Se
concluye por tanto que la sentencia no incurrió en ninguno de los quebrantos
normativos que le atribuye el cargo, dado el carácter salarial que tienen
tanto la prima de vacaciones, en la medida en que no puede confundirse con el
descanso obligatorio, como la prima de antiguedad, teniendo en cuenta que
uno de los hechos que precisamente justifica la discriminación entre
trabajadores que desempeñan un trabajo igual y reciben distinta remuneración
es la antiguedad en el servicio. Por este motivo la sentencia acusada, antes
que incurrir en la errónea interpretación de la ley de que habla el cargo, lo
que hizo fue seguir los lineamientos que al respecto ha dado la Sala en
varios de sus fallos, de los que son ejemplo los de 22 de marzo de 1.988 (rad.
1715) y 17 de octubre de 1.990 (rad. 3411), en los cuales estudiando
específicamente el tema de la "prima de vacaciones", en el primero
de ellos dijo:
"...
De otra parte es errado pensar que una prima vacacional no implique retribución
de servicios, siendo que para obtener el derecho a élla es presupuesto indispensable
haber laborado el tiempo necesario para generar las respectivas vacaciones.
La prima que no es factor salarial es la legal de servicios según lo
dispuesto por el artículo 307 del C.S.T., pero ella no es la prima de vacaciones
que si es factor del salario".
Y
en el segundo, refiriéndose a la de antiguedad, sostuvo:
"Según
la jurisprudencia de la Sala, el trabajador despedido sin justa causa y que
por orden judicial sea reintegrado al cargo que ocupaba antes, tiene derecho al
respectivo pago de su remuneración básica u ordinaria y de las sumas de dinero
fijas que recibía el mismo y que impliquen retribución de servicios como la
prima de antiguedad...".
4.- En cuanto a la acusación, que también le hace
la recurrente a la sentencia, de ser violatoria de la ley por haber reconocido
la revaluación judicial de las obligaciones laborales adeudadas porque, según
se dice en el cargo, se desconoció por el Tribunal tanto lo dicho por esta Sección
en la sentencia de 11 de abril de 1.987 sobre la inexistencia de un texto
legal positivo que consagre la llamada "indexación", como lo
afirmado por la Sección Primera en sentencia
de 29 de junio de 1.984 en cuanto a la improcedencia de la indexación para
aquellos conceptos "que ya reciben el beneficio de ajuste automático y
regular en relación con el costo de la vida", debe recordarse que, con
posterioridad al fallo que se invoca, en sentencia de 8 de abril de 1.991 la
Sección acogió el criterio que sobre la procedencia de la denominada indexación
había expresado la Sección Primera, y la Sala Plena Laboral después, mediante
sentencia de 20 de mayo de 1.992 (radicación 4645), precisó que en los casos en
que prospera la condena por indemnización moratoria no cabe la de corrección
monetaria, en razón de que ambas indemnizaciones cumplen objetivos
similares. Significa entonces que la
jurisprudencia vigente sobre el punto de derecho relativo a la procedencia de
revaluar judicialmente las deudas laborales es la del fallo de 20 de mayo de
1.992, y que por lo mismo el Tribunal de Medellín, por este aspecto, tampoco
violó la ley cuando confirmó la condena que hizo su inferior, dado que en este
caso no se produjo condena por indemnización moratoria.
El
cargo no prospera.
En
mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral,
administrando justicia en nombre de la República de Colombia y por autoridad de
la Ley, NO CASA la sentencia
recurrida, dictada el 10 de junio de 1.992 por el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Medellín en el juicio que Maria Frady Sarmiento le sigue a
la Compañía Colombiana de Tabaco, S.A. "Coltabaco".
Costas
en el recurso a cargo de la recurrente.
COPIESE, NOTIFIQUESE, PUBLIQUESE
Y DEVUELVASE EL EXPEDIENTE AL TRIBUNAL DE ORIGEN .
HUGO SUESCUN PUJOLS
RAFAEL
BAQUERO HERRERA ERNESTO
JIMENEZ DIAZ
JAVIER ANTONIO FERNANDEZ SIERRA
Secretario
No hay comentarios.:
Publicar un comentario